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Casi como un regalo de Navidad llegó en estos días la renovación del decreto de zona de catástrofe para la región de Coquimbo, debido a la grave y permanente sequía que enfrentamos. Se trata de un esperado instrumento que permitiría llegar con el necesario apoyo económico y de insumos, para intentar salvar una actividad económica tan relevante como la agricultura, que significa producción de alimentos y miles de puestos de trabajo.

La situación es dramática en los 3 valles de nuestra región, con embalses bajo los mínimos históricos y donde en los últimos 13 años se ha reducido hasta en un 54% la superficie agrícola, a pesar de que contamos con suelos aptos como ninguna otra región para la producción de determinadas frutas y hortalizas. Y lo cierto es que todos tenemos claro el diagnóstico y lo relevante que es el agua para todas las actividades productivas y la vida en nuestra región, pero en las últimas décadas no se ve un plan sostenido para enfrentar esta realidad, con el sentido de urgencia que amerita.

Terminó el tiempo de lamentarse y llegó el momento de tomar decisiones. Este decreto de zona de catástrofe, junto con la ley que recientemente aprobamos en el Congreso, debe permitir acelerar las plantas desaladoras multipropósito, que sirvan especialmente al consumo humano, a los sistemas de agua potable rural, pero también a la agricultura y otras actividades productivas. Junto con ello se hace imprescindible la extensión de garantías estatales para el agro de parte de todos los bancos y no sólo Banco Estado. Además, convenios de pago para deudas tanto con el Estado como con instituciones privadas, la eliminación de cobro hora punta en electricidad y condonación de contribuciones, ya que claramente los campos al no producir no tienen el valor que tenían anteriormente. A esto se debiera sumar mayor proactividad por parte de la Comisión Nacional de Riego y coordinación con el Gobierno Regional, para apoyar actividades agrícolas, subsidios para contratación de trabajadores y para la compra de insumos.

Nuestra región es la que tiene el mayor desempleo en el país, en un escenario de nulo crecimiento. De estas decisiones dependerá no seguir profundizando una verdadera catástrofe.