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Cuando niños nos contaron la fábula de aquel hombre cuya gallina ponía diariamente un huevo de oro. No contento con eso, un día su dueño la mató y abrió en dos, pensando que en su interior encontraría un tesoro. Por el contrario, solo pudo comerse su carne un día y se quedó sin los huevos de oro que el ave le entregaba noblemente todos los días.

A pesar de que los ingresos para el fisco generados en 2022 por las dos empresas privadas que hoy operan en el salar de Atacama superaron los cinco mil millones de dólares (casi el doble de Codelco) la Ministra de Minería Marcela Hernando aseveró esta semana, después de conocerse la nueva Estrategia Nacional del Litio, que el mineral no metálico “Se recupera para el Estado”. Veamos: bajo nuestro actual ordenamiento jurídico el dueño del Litio es precisamente el Estado… es más, dado su valor estratégico, incluso la actual Constitución prescribe que no es concesible, es decir no puede ser objeto de concesión, a diferencia del resto de los recursos mineros. Consiente de esta regulación, Eduardo Bitrán, a cargo de Corfo durante el gobierno de la Presidenta Bachelet, optó por renegociar los contratos de operación o arrendamiento de las reservas de Litio con aquellas empresas chilenas y extranjeras que poseen el know how, la experiencia y el capital para invertir en exploración y explotación del mineral, con el excelente rédito a las arcas fiscales que conocemos, a grado tal que explicó por si sola el superávit fiscal del 2022.
Con tales antecedentes, es natural que la Estrategia Nacional del Litio nos genere mas dudas que certezas, máxime cuando en la presentación del gobierno, no se acompañan números con estimaciones del mayor retorno que significaría relegar a inversionistas privados a un rol secundario. Tal vez la explicación se deba a que estamos en presencia de una discusión mas bien ideológica, donde el Presidente Boric, por sobre toda otra consideración, intenta mantener la fiesta en paz con las dos almas en que cimienta su coalición.