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En una entrevista previa al plebiscito del 4 de septiembre el ministro Giorgio Jackson señalaba:Nuestra escala de valores y principios dista de la generación que nos antecedió”. Por cierto se refería a la generación que recuperó la democracia y redujo la pobreza de un 40% a un 8%Casi nada. En la misma intervención desarrollaba el ministro su tesis de la siguiente manera: Tenemos infinitamente menos conflictos de interés que otros que trenzaban entre la política y el dinero.

Estos días hemos conocido que la Fundación Democracia Viva, fundada al amparo de líderes de Revolución Democrática 20 días antes del inicio de la gestión del actual gobierno, se adjudicó vía trato directo 426 millones de pesos por parte de la Seremía del Minvu de la Región de Antofagasta. Esto a pesar de no tener siquiera giro de obras al momento de recibir los primeros pagos. El propio ministro Carlos Montes señaló que la cuestionada Fundación tenía serios problemas de ejecución de los recursos, que debía restituirlos y que personalmente iba a entregar a la Fiscalía antecedentes de hechos constitutivos de delitos.

Lo cierto es que llevo 13 años apoyando en diversas gestiones a los comités de vivienda de la Región de Coquimbo, en general con buenos resultados, y gracias a la labor de distintos gobiernos incluido el actualdonde he sido testigo del trabajo abnegado del Serviu y la Seremía del Minvu en nuestra Región, y de lo rigurosos de los equipos técnicos en Santiago a la hora de tener que justificar cada peso para la obtención de un subsidio cuando se encarecen los valores de un proyecto determinado. Por lo mismo a los comités de vivienda les genera tanta impotencia tal despilfarro de recursos en una entidad política, organizada para la campaña del Apruebo, con esa mirada refundacional al amparo de la violencia de la revuelta, que pretendía garantizar el derecho a goce, más no la propiedad de las viviendas sociales.

El grupo que insinuó venir a renovar la política, que pretendió auto atribuirse una moral superior, terminó burlándose de las aspiraciones de una vivienda digna y propia de las familias más pobres, tras años de ahorro, gestiones y perseverancia. Con qué moral, cabe preguntarse. Tal engaño no puede quedar impune.

(foto Quiero Mi Barrio, villa El Faro, Coquimbo)