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En estos días vertiginosos a veces olvidamos la esencia de la celebración de la Navidad. Según nuestra creencia cristiana hace miles de años nació en un pesebre el hijo de Dios, El Mesías, El Salvador. Fruto de la persecución de un tirano, La Sagrada Familia una familia de refugiados no encontró acogida para traer al mundo a quien había de redimirlo, debiendo conformarse con hacerlo en un humilde establo de animales. El amor de una madre (María) por su hijo la llevó junto a José, su esposo carpintero, a cruzar desiertos arriba de un asno para buscarle un lugar confortable, y así traer luz al mundo.

Cuantas mujeres hoy se desviven por darle un mejor lugar para sus hijos. Esta semana tuvimos la alegría de entregar 477 subsidios a las familias de los 7 comités de vivienda del proyecto de Villa El Trébol, en Ovalle. Gracias a su esfuerzo y perseverancia, tendrán su hogar definitivo en el mejor lugar de la ciudad, cerca del Hospital, de vías estructurantes, con parques y jardín infantil. Me ha tocado conocer las historias de estas familias a lo largo de estos años: viviendo de allegadas, trabajando de temporeras algunos meses del año, muchas sin trabajo, sacando adelante solas a sus familias. Mujeres que también lo han dado todo por sus hijos. Especial mención merecen las diligentas de los comités: Yorka, Marissa, Deysy, Judith, Jessica, Paola, Yanet. Y antes en la primera etapa de este proyecto, Teresa, Ana y Rosa, precursoras del Loteo San Sebastián. A todas ellas mi gratitud por siempre.

Que el sentido de la navidad nos recuerde que en Chile enfrentamos una emergencia habitacional, como ha bautizado al plan el Ministro de Vivienda. Miles de familias siguen esperando, con ahorro y esfuerzo, una vivienda digna. Es una emergencia que tiene que ver con la infancia, con el desarrollo integral de las personas. Feliz Navidad a todas ellas, no las dejaremos solas.