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Nuestra Región de Coquimbo persiste en hacer noticia por tener la ejecución presupuestaria más baja de Chile a nivel de Gobierno Regional. Una Región en recesión económica, escasez hídrica, cientos de localidades rurales sin resolver adecuadamente problemas de agua potable y alcantarillado, inseguridad ciudadana, transporte público deficiente, decenas de comités de  esperando poder adquirir terrenos para construir sus viviendas, proyectos de centros de atención primaria de salud en listas de espera, entre otros, simplemente no puede darse el lujo de tener una ejecución paupérrima de un 34,1% de inversión a octubre.

Es frustrante, y genera cierta impotencia que los recursos que año a año logramos aprobar en la Ley de Presupuesto simplemente no se empleen en la forma dispuesta. Sé que la misma frustración la comparten los consejeros y consejeras regionales, que me consta han facilitado la aprobación de los proyectos, e instado a la Gobernadora Regional a ejecutarlos, pero lo que obtienen como respuesta es dilación en los trámites, inseguridad y excusas burocráticas. Sé que uno de los problemas que se ha enfrentado es el encarecimiento de los insumos de la construcción, algo que trabajamos durante todo el año con la Cámara de la Construcción de La Serena, logrando de parte de los ministerios de Obras Públicas y Vivienda fórmulas de reajustabiliadad de los contratos, que si bien llegaron tarde, no excusa la falta de ejecución. De hecho las mismas dificultades presentan regiones con avances superiores al promedio nacional, como Magallanes, la Metropolitana y Ñuble, lo que demuestra que la capacidad de gestión y la experiencia en el servicio público si importan a la hora de liderar una región. No gastar la inversión pública regional que las propias familias más vulnerables financian con sus impuestos es un verdadero pecado social.